Pasar al contenido principal

30-abr.-2025, miércoles de la 2.ª semana de Pascua

Jesús nos ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor.

En medio de la semana te podemos dar gracias por este nuevo amanecer, último día de abril, y lo hacemos para darte gracias por todos los momentos que hemos compartido que han sido la mayoría de felicidad y alegría y los pocos de angustias, pero siempre hemos contado con tu presencia misericordiosa; por todo lo vivido y compartido a través de este mes que fue tan especial, ya que hemos celebrado tu muerte y resurrección. 

Gracias, Señor, por este don de la vida que nos has permitido compartir y nos has llenado de ilusiones para poder «nacer de nuevo», como le dijiste a Nicodemo. Hemos nacido a la vida del amor de la entrega y la generosidad de corazón. 

Hoy el apóstol san Juan nos dice en su evangelio: «tanto amó Dios al mundo que entregó a sus unigénito para que todo el que crea en él no parezca, sino que tenga vida eterna». Permítenos, Señor, verte como la verdadera luz que ilumina nuestro caminar, la luz de la verdad, del amor, de la justicia y de la paz. Que ─al paso de este mes─ podamos ver las obras que están hechas según Dios, porque han sido obras de amor de misericordia y generosidad. Bendícenos guárdanos y protégenos al concluir este mes.

Tengamos en cuenta: «La bondad de Dios se manifiesta en su deseo de que todos tengamos vida, y vida en plenitud»

Meditación del papa Francisco

El Evangelio de hoy nos propone las palabras dirigidas por Jesús a Nicodemo: «Dios, amó tanto al mundo, que dio a su Hijo unigénito». Escuchando esta Palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho! Esta es la expresión más sencilla que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. Así nos ama Dios. […]

San Pablo nos recuerda: “Pero Dios, que es rico en misericordia —no olvidarlo nunca, es rico en misericordia— por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo”. La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre.

María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo. (S.S. Francisco, Ángelus del 15 de marzo de 2015).

Dios nos ama con amor gratuito y sin límites (...) La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios
Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.